¿Por qué me siento triste y sin ganas de hacer nada?
La tristeza es una de las emociones básicas del ser humano, e implica un conjunto de cambios en nuestro cerebro.
Si alguna vez has experimentado sensaciones de tristeza, hayas sentido una gran sensación de cansancio, pesadez en las piernas, hombros caídos y sensación de peso en los brazos. Sientes que te cuesta hablar, tu tono de voz es bajo, no te apetece escuchar y casi que lo único que te apetece es tumbarte en el sofá y taparte con una mantita.
En otros artículos os he explicado que todas las emociones cumplen con una función, y la tristeza, es una de las emociones que más nos llevan a transformarnos, a continuación, te explico cómo.
Si tienes hijos o hijas en etapa adolescente seguramente ya sabes de lo que te estoy hablando, pero esta etapa es un período de transformación que representa el mayor cambio que haremos en nuestras vidas, y des del punto de vista psicológico es un viaje apasionante.
¿Cómo nos transforma la tristeza?
La tristeza es una emoción que aparece cuando sentimos que hemos perdido algo en nuestras vidas, desde un ser querido, un trabajo, nuestros valores, expectativas, creencias. Como más significativo sea para nosotros, mayor será la sensación de tristeza que experimentamos.
Pues precisamente la tristeza es una emoción que provoca cambios importantes en nuestro cerebro y que físicamente nos desvitaliza, es una emoción que nos “encierra” del mundo: no podemos continuar con nuestra vida normal, evitamos recibir más estímulos, precisamente para poder reconstruirnos después de experimentar dicha perdida y aprender a vivir de nuevo sin aquello que hemos perdido.
¿Para qué sirve la tristeza?
Si tienes una sensación de tristeza, con lo que te he explicado, puedes ver que es completamente normal, que no tengas ganas de nada, precisamente porque lo que necesita tu cerebro es pensar y aprender a vivir sin aquello que has perdido.
Durante el último año, con la crisis del COVID19, hemos podido experimentar emociones de tristeza en multitud de ocasiones, las más graves, con las pérdidas de seres queridos, de trabajo, de ingresos, pero también al perder nuestra normalidad: nuestros compensadores habituales (deporte, contactos con amigos y familiares, etc.)
Siendo una emoción básica que todos experimentamos, tenemos, en la actualidad, un discurso muy habitual en nuestra sociedad, donde no damos lugar a las emociones más difíciles de sostener o las llamadas negativas, sino que parece que tendemos a esconderlas y tenemos que esforzarnos en que no existan en nuestro día a día, dejando poco espacio a que cumplan sus funciones.
Impera en nuestra sociedad el discurso mal entendido positivista, donde nos esforzamos en estar bien, y nos desesperamos ante cualquier emoción desagradable como la tristeza, sin dejar espacio a que cumpla su función y aprender a vivir sin aquello que hemos perdido.
¿Qué podemos hacer si nos sentimos tristes y sin ganas de nada?
Pues, en primer lugar, tomar conciencia de aquello que hemos experimentado como una perdida en nuestra vida, y a partir de aquí identificar el siguiente proceso:
- Conciencia de las creencias que tenemos al respecto y como nos hace sentir.
- Asumir la responsabilidad y aceptar la emoción
- Limitar un espacio donde nos dejemos sentir la tristeza
- Gestionarla: escribir un diario, plantearnos pequeños objetivos, hablar con alguien que nos ayude a gestionarla y poder observar distintas perspectivas.
No te quedes enganchado en las distintas emociones
Una de las características de las emociones y que es importante destacar, es que no están diseñadas para quedarnos enganchados en ellas, sino que sirven para cumplir su función, nos facilitan la información que necesitamos y es nuestra responsabilidad gestionarlas para que no se instalen en nosotros.
Esto es especialmente significativo con la tristeza, ya que puede generar, sino la gestionamos bien, el inicio de procesos depresivos que pueden volverse más graves.
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